El proyecto surge a partir del vínculo entre la playa y las texturas de la naturaleza.

El local está pensado en tonalidades neutras, con una paleta casi monocromática a base de blancos y beiges, además de detalles en color qué dialogan con las prendas. 

Los materiales elegidos, como el yeso, son los que dan singularidad y caracterizan el lugar. 

La pieza central del local es un mostrador pensado a modo de isla, hecho a mano en el espacio, destacándose y dialogando con el lugar que lo acoge. Esta pieza es acompañada por otras dos esculturas, también realizadas de manera artesanal, que funcionan como lugar de exposición para los productos.

La isla central con las tres piezas de yeso tienen el potencial para manifestarse de múltiples maneras. Despiertan emociones, dialogan e interactúan entre sí, con las personas y el entorno. 

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